...y en mi oficio de blogger. Inicialmente pensé que tendría la disciplina para escribir a diario, más ahora que tengo tiempo disponible. Sin embargo, como suele suceder, entre más tiempo libre, menos tiempo para utilizar. ¡Qué vagancia espantosa!
Había quedado comentando sobre el cumleaños de mi Bebito. En realidad no hubo sorpresa, pues no resultó, y si no iba a resultar impecablemente, mejor que no resultara. Casi ni celebración hubo. Ese viernes vimos algún capítulo de la cuarta temporada de Queer As Folk y nos quedamos dormidos. El sábado Ricardo estuvo con la prima en la usual clase de conducción, después se fue con una amiga excompañera de trabajo para cine a ver un hueso de terror (je je jé, por fortuna le tocó a ella y no a mí) y en la noche nos encontramos con Dafne del Carmen y con Heymy Adriana para subir a El Clóset.
Fue una noche interesante, las "niñas" quedaron muy bien impresionadas con el casting, que -a mi modo de ver- no estaba tan espectacular como en otras ocasiones. Aunque bien, sí, había gente bonita como siempre. La música inmejorable, el ambiente muy a propósito para pasar una excelente noche.
El domingo despertamos con sexo salvaje, algo tarde pero delicioso, y fuimos a hacer mercado para preparar un rico almuerzo en casa de Diana Vicolia: medallones de pollo a la plancha, una pasta al pesto y una ensalada de verduras, todo acompañado con pan con ajo y vino blanco. Además de los habituales (Diva, Annie, Diana, Yolanda y yo), estuvo la familia Marín Villa, lo que inicialmente me puso nervioso pero que finalmente fue todo un éxito. Nunca es fácil compartir con la familia política, más cuando se tiene una relación "prohibida" que con el paso de los días se torna cada vez más evidente. Pero, igual y por fortuna, todos felices. Un poco de vino blanco, bebida gaseosa, un rico cheese cake y mucha charla, con recetas incluidas.
Ya en la noche, de nuevo para la casa a ver más Queer As Folk y a descansar temprano.
El resto de la semana normal, hablando y cuadrando un poco lo de los negocios, escribiendo y ajustando contratos, sufriendo por la falta de dinero. Y el viaje.
Mary -mi suegra- compró apartamento hace unos días e invitó a la inauguración oficial. Inicialmente programó una megafiesta con invitación a todos los allegados, con poncho y sombrero. Parece que las expectativas eran desbordantes y de alguna forma se llegó a un acuerdo tácito para hacer únicamente lo justo, acompañada y rodeada de sus seres más queridos, sin tanta algarabía.
El viernes en la noche viajamos -Ricardo y yo- en compañía de Annie Yusilenia (o como quiera que se llame y se esccriba), Diva King Lobo y Diana Vicolia, por supuesto (amigas-compañeras y mi cuñadita). Una mala pasada del autito: casi dos horas varados en medio de la gélida y nublada noche a solo dos curvas de coronar La Línea. Tuvimos mucha suerte, a pesar de todo, porque no caimos en los desagües de las bermas. Adicionalmente logramos pasar para llegar justo a las cuatro de la mañana al nuevo apartamento.
Estaba suntuoso. Todo muy en su sitio, todo muy puesto, muy acomodado, muy bonito, muy arreglado. Es un primer piso, justo al lado de la piscinita y de la parrilla del conjunto. Mary no nos dejó acostar hasta no habernos contado, mostrado, comentado y demostrado absolutamente todo. Obviamente, ya con el amanecer encima, lo mejor era desayunar antes de inflar el colchón para caer en brazos de Morfeo, que todos estábamos rendidos. Ya encerrados en nuestra habitación virtual, ni tiempo de besos y caricias hubo con Ricardo. Además había que estar dispuestos antes del medio día para la llegada de las visitas familiares.
Esa tarde almorzamos oriental, bebimos lo que quisimos y en la noche, a las diez, ya toda la visita había desaparecido. Diana Vicolia y sus amigas de rumba. Mi Bebé y yo de pelea. Confieso que tuve tanta y más ira (vil pecado) que nunca, y reconozco que mi Bebé divino manejó todo como el más inteligente y maravilloso de los esposos, con una altísima dosis de comprensión y de paciencia. Por mi parte debo declararme enceguecido ante unas razones que aún ahora no comprendo, pero que fueron, eso sí, más cuestión de actitud que cualquier otra cosa. Mil perdones, por favor, sin más comentarios ni rubores. Eso me costó una noche en absoluta soledad, espalda con espalda, poco sueño reparador y mucha pensadera sin que él aceptara mi abrazo culpable. En fin, amaneció y me fui a hacer mercado. Un mercado lento, para prolongar el tiempo de descanso sagrado de mi Bebito. En la medida que recorría La 14, se me ocurría qué preparar. Creo que es uno de los almuerzos que con más cariño hicimos en la vida (arroz florentino, molde de papa y pollo, ensalada con uchuvas y helado como postre). Sin embargo, horror, nadie repitió. Parece que fue más nuestro cariño y la expectativa que el resultado de los manjares.
Me sentí desolado y triste.
En la tarde llevamos a Claudia Mary a hacer unas compras, y -después de dejarla cerca al mozo puyón amantísimo- fuimos al sauna. Llegamos tarde pero igual alcanzamos a ver algunos especímenes congéneres bien interesantes.
A Ricardo le gustó, a quién no, un Carlos de piercing (siempre levanta a los mejores) al que se lo iba a meter pero que terminó metiéndoselo mientras yo eyaculaba en su boca. He de confesar (otra confesión) mi aberración por verlo con otro, haciendo parte del cuento. Eso me pone a volar. Casi no alcancé a poner mi erectísima verga en contacto con sus jugosos labios y me estaba viniendo a mares, mientras él gozaba con Carlitos dentro, después de un par de fállidos intentos por sodomizarlo, como hubiera querido.
Casi estaba completa la noche. De allí fuimos a recoger a su hermana, a comer y a dormir plácidamente desnudos.
Ayer, después de dormir casi hasta medio día, almorzamos, alistamos el viaje y regresamos sin contratiempo. Nos acostamos casi a la una de la madrugada. Le repitió el ataque de sexo, pero quedó dormido de inmediato y me imagino todo pendiente para esta noche.
Por otra parte, aún urgido de dinero, necesitando terminar el contrato de Las Américas para formalizar todo y lograr conseguir los recursos para iniciar los trabajos. Hace un rato Rafael Enrique me habló tantas cosas que al final no sé qué me habrá querido decir entre tanta retahíla. Y como siempre, me siento halando solo este proyecto, esperemos que esta vez sí para que produzca a favor mío particular.
Ya mucho, si no demasiado, por hoy. Mi besito y abracito de siempre. (¡La revisada está largaaaa!)