martes, 26 de septiembre de 2006

Palacé con Colombia, Franja Rosa, gays & the city, Aventuras de Patacaliente, ...

... son los nombres de algunos de los blogs con temática gay que visito con frecuencia, casi que diariamente. Claro, no puedo dejar de mencionar Mis Historias -escrito maravillosamente por mi Bebito (tanto que siento como algo así como celos profesionales)-, o Ensayos -publicado por mi amigo Catilo- de Cali.
Uno de los mayores placeres que he encontrado en la vida es la lectura, porque me permite ubicarme en situaciones que afortunada o infortunadamente no he vivenciado. La literatura homoerótica se constituye entonces como una de los gustos mundanos que más me acercan al orgasmo, después -obvio es- del coito homosexual en cualquiera de sus manifestaciones.
Encontrar cómo a diario puedo enriquecer el acervo del movimiento gay nacional e internacional en la red, me hace revaluar de algún modo el valor de la literatura tradicional. En la red se publica sin edición, tal como se vive y como se siente, tal como se piensa y como se quiere. Eso hace de los blogs algo mucho más honesto que la literatura que a diario se vende en las librerías.
Pasar a ser leído, por quien decida leerlo, sin el filtro atroz de las casas editoriales, hace de los blogs un verdadero encanto. Se va escogiendo, uno mismo va buscando a sus favoritos y los elogia y los critica -en mi caso particular en silencio- pero siempre expresando un profundo respeto por lo que dicen, estén de acuerdo o no con lo propio o con lo ajeno.
Me he llevado sorpresas bien interesantes desde que decidí iniciar mi espacio. Comentarios como los de Joey, los de Milo y los de Ricardo me inspiran y me atemorizan. Cuando empecé a escribir nunca imaginé que nadie diferente a mi Bebé (además mi mejor y único amigo) y a mí pudiéramos leerme (¡je je je!, se leyó extraño), y mucho menos aún que Milo (blogger a quien admiro y envidio entrañablemente, y que me ha hecho devanarme los sesos tratando de recordar los pocos a los que les he alcahueteado la ida a Calles de San Francisco) pudiera recomendarme, para tener hoy como resultado casi una centena de visitas a mi perfil.
Me da miedo, y mucho, porque no concibo escribiendo y contando de manera diferente mi real sentir y vivir; cuando una persona se desnuda de esa manera, corre el riesgo de mostrarse tal y cual es, y eso empavoriza.
Pero mi comentario va, solamente, a agradecer que la tecnología nos permita mantener esta red de literatura franca y perfecta, inmediata y apasionante, sin restricciones ni censuras, en la que todos podamos compartir de iguales a iguales, como debe ser el verdadero arte.
Gracias mil, iterando mis respetos.