... son los nombres de algunos de los blogs con temática gay que visito con frecuencia, casi que diariamente. Claro, no puedo dejar de mencionar Mis Historias -escrito maravillosamente por mi Bebito (tanto que siento como algo así como celos profesionales)-, o Ensayos -publicado por mi amigo Catilo- de Cali.
Uno de los mayores placeres que he encontrado en la vida es la lectura, porque me permite ubicarme en situaciones que afortunada o infortunadamente no he vivenciado. La literatura homoerótica se constituye entonces como una de los gustos mundanos que más me acercan al orgasmo, después -obvio es- del coito homosexual en cualquiera de sus manifestaciones.
Encontrar cómo a diario puedo enriquecer el acervo del movimiento gay nacional e internacional en la red, me hace revaluar de algún modo el valor de la literatura tradicional. En la red se publica sin edición, tal como se vive y como se siente, tal como se piensa y como se quiere. Eso hace de los blogs algo mucho más honesto que la literatura que a diario se vende en las librerías.
Pasar a ser leído, por quien decida leerlo, sin el filtro atroz de las casas editoriales, hace de los blogs un verdadero encanto. Se va escogiendo, uno mismo va buscando a sus favoritos y los elogia y los critica -en mi caso particular en silencio- pero siempre expresando un profundo respeto por lo que dicen, estén de acuerdo o no con lo propio o con lo ajeno.
Me he llevado sorpresas bien interesantes desde que decidí iniciar mi espacio. Comentarios como los de Joey, los de Milo y los de Ricardo me inspiran y me atemorizan. Cuando empecé a escribir nunca imaginé que nadie diferente a mi Bebé (además mi mejor y único amigo) y a mí pudiéramos leerme (¡je je je!, se leyó extraño), y mucho menos aún que Milo (blogger a quien admiro y envidio entrañablemente, y que me ha hecho devanarme los sesos tratando de recordar los pocos a los que les he alcahueteado la ida a Calles de San Francisco) pudiera recomendarme, para tener hoy como resultado casi una centena de visitas a mi perfil.
Me da miedo, y mucho, porque no concibo escribiendo y contando de manera diferente mi real sentir y vivir; cuando una persona se desnuda de esa manera, corre el riesgo de mostrarse tal y cual es, y eso empavoriza.
Pero mi comentario va, solamente, a agradecer que la tecnología nos permita mantener esta red de literatura franca y perfecta, inmediata y apasionante, sin restricciones ni censuras, en la que todos podamos compartir de iguales a iguales, como debe ser el verdadero arte.
Gracias mil, iterando mis respetos.